Agradecer más, quejarnos menos
Agradecer. ¿Lo hacemos lo suficiente?
Creo que a la mayoría nos pasa y sin darnos cuenta tomamos las cosas por sentado. Las damos por hecho solo porque están ahí y nos conformamos con eso. Pero de lo que no somos conscientes todo el tiempo, es de lo afortunados que somos de tener todo lo que tenemos en nuestra vida. La semana antepasada también te contaba acerca de una lección que me dio mi hija: de nuestra actitud dependerá nuestro día. Muchas veces recurrimos a quejarnos porque es algo que nos resulta fácil en momentos difíciles o cuando las cosas no salen como lo planeamos.
Quejarse es fácil, agradecer no tanto. Al menos no para todos. A veces sentimos que tenemos una nube gris sobre nuestras cabezas y que todo nos sale mal o incluso hasta sentimos que el mundo está en nuestra contra. Y lo entiendo, he estado ahí y quejarse es una manera de expresar lo que sentimos. Pero no es la mejor.
Es difícil hablar de agradecer en estos días. Incluso hasta puede sonar un poco egoísta después de lo que han pasado muchas personas después del terremoto. Pero es algo que siempre, especialmente en los momentos duros, debemos tener presente. Es verdad, necesitamos pasar por un proceso de sanación, pero el agradecer nos ayudará a sentirnos mejor.
Agradecer no es solamente decir: qué afortunado soy. No es ver lo que tú tienes y lo que no tiene el otro. No es una cuestión de ver quién es más suertudo que los demás. Agradecer es algo que nace desde el corazón, como una manera de ver el mundo con otros ojos, ser positivo y practicar algunas cosas que regularmente nos cuestan trabajo, como el perdonar.
¿Y qué tiene que ver el perdón con ser agradecido? Que muchas veces guardamos rencor -a otros y a nosotros mismos- por cosas que suceden. Es extremadamente difícil agradecer o perdonar cuando hemos pasado por un suceso difícil. Pero es algo que ayudará a sanarnos. Tome el tiempo que tome.
Si sientes que fallaste, perdónate. Seguro hiciste todo lo que pudiste y estuvo en tus manos en ese momento y bajo esas circunstancias.
Si alguien te hizo un mal, perdónalo. Guardar rencor a los demás no deja nada bueno, incluso hasta podrías sentirte peor.
Perdonar puede hacerse antes de agradecer. O agradecer puede pasar antes del perdonar. Pero sin duda ambos te ayudarán emocionalmente y con el tiempo te sentirás más ligera y más feliz.
Quizás no sabes por qué agradecer o te parece que no hay mucho por lo cual estar agradecido. Pero si abres los ojos, te darás cuenta que la lista puede ser larga:
Agradece si tienes salud.
Agradece si tienes una familia unida.
Agradece si los tuyos están bien.
Agradece si otras personas están bien.
Agradece que hoy tienes un día más.
Agradece si tienes hijos.
Agradece que estás vivo.
Agradece que estás leyendo esto. Porque no sólo estás vivo, sino que tienes todos los medios para hacerlo y estás en perfecta salud para leer estas palabras.
Estos son solo algunos ejemplos para comenzar. Pero puedes agradecer por el día, por el sol, por los animales que ves a tu paso, por la risa de los niños -tuyos o ajenos-, por la sonrisa de un desconocido, por la comida, por la ropa, por el bienestar de los demás. Agradece las cosas grandes, pero también las pequeñas. Al ser agradecidos, estamos dándole un valor más grande a lo que nos rodea. Y eso, se siente bien. Te sientes mejor.
¿Tú por qué agradeces hoy?
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