Pataditas espaciales
Estoy sentada en la oficina esperando que termine el día, revisando que todo esté en orden y haya terminado mis labores de la jornada. Y justo cuando más concentrada estoy -¡pun!- siento un empujoncito en la panza, como si el bodoque me estuviera diciendo: “¡Hey, no te olvides de mi, aquí sigo!”.
Y yo claro que no me olvido, si mientras trabajo y leo o cuando escucho música o veo televisión en casa también está ahí, recordándome que no estoy sola y que vamos juntos a todos lados. Que tengo dos corazones latiendo dentro de mí, y que aunque pronto ya no compartamos el mismo espacio corporal, seguiremos siendo uno solo los dos, pues nos amaremos sin fiiiiin.