El mito de la madre perfecta
¿Existe la madre perfecta? Si algo me ha enseñado ser madre, es que existe una cantidad infinita de mitos acerca de todo lo que conlleva ser madre.
La serie interminable de mitos que rodea la maternidad comienza incluso desde antes de que siquiera estemos embarazadas. Por ejemplo, si tienes relaciones durante tu periodo es imposible quedar embarazada. MITO. Luego siguen los mitos durante embarazo: si te tienes muchas agruras, tú bebé nacerá con mucho cabello. MITO. (Aunque mi hija nació súper greñuda y todo el embarazo las Tums fueron mis mejores amigas, PERO fue mera coincidencia).
Llega tu bebé y los mitos continúan: es bueno que llore para que se fortalezcan sus pulmones, además así no lo embracilas. MITO. (Por favor no hagan esto último, los bebes no se embracilan.)
Pero el mito más grande, repetido y mantenido a través de los tiempos es el de la madre perfecta.
Aquella madre que lo tiene y lo es todo. Tuvo un embarazo perfecto, anduvo siempre entaconada y sin malestares, un parto natural donde los ángeles cantaron al momento de que salió su bebé a la segunda pujada, un fabuloso comienzo de la lactancia donde su bebé estaba fascinado con la teta y de inmediato comenzó a tomar como profesional, una sesión de fotos recién parida en el hospital con cabello y rostro de supermodelo, un cuerpo que recuperó su figura preembarazo a los tres días del parto, su autoestima y estado de ánimo radiante y ultra positivo 24/7, y un bebé que duerme toda la noche desde que tenía una semana de nacido. Ah, y sin cólico, reflujo ni ninguna de esas cosas.
Pero todas aquellas que somos madres en el mundo real sabemos la verdad: las madres perfectas no existen.
¿Por qué entonces se sigue manteniendo esa falsa imagen de la madre perfecta? O lo que es peor, ¿por qué algunas madres se empeñan en perpetuar esa creencia? ¿Quién se beneficia de este gigantesco mito?
Me parece que lo único que esto provoca es que nos sintamos como un terrible fracaso cuando nos convertimos en madres y vemos la imagen en películas, series, revistas o hasta en los supermercados y nuestros vecindarios de esa madre perfecta, impecable, delgada y siempre alegre tipo Bree Van de Kamp, mientras nosotras estamos aún en pijama a las 11 AM con el típico peinado maternal y limpiando mocos. O durmiéndonos en la oficina sentadas en esa falda arrugada que no tuvimos tiempo de planchar porque el bebé se despertó 500 veces durante la noche y no escuchamos el despertador.
La maternidad es una friega. Sí, es hermosa, llena de momentos dulces e increíbles. Es quizás el mejor trabajo que pueda tener una mujer. Pero no deja de ser una friega. Y sí, ser madre es un trabajo, aunque muchos no lo quieran reconocer.
No me quejo, amo ser madre y los lindos beneficios que se obtienen al ir educando y moldeando un pequeño ser humano y darte cuenta que estás criando a un ser lleno de amor que te ha devuelto la capacidad de asombro. Tampoco se trata de criticar a aquellas que tienen la dedicación de poner todo en orden y con una gran sonrisa.
Pero basta ya de esa presión por ser la madre perfecta. ¿No lavaste los platos sucios? Tranquila, ahí seguirán mañana. ¿Olvidaste desmaquillarte antes de dormir porque caíste rendida? No pasa nada si ocurre de vez en cuando. ¿Lo único que sabes cocinar es pollo a la plancha y el arroz blanco se te quema un poco? Tu familia igual se lo comerá y le encantará. ¿La ropa de tu hijo no combina a la perfección? Son niños, who cares!
Disfruta la vida y a tus hijos sin preocuparte porque todo esté a la perfección. Simplemente haz tu mejor esfuerzo sin compararte con las otras mamás. Te aseguro que esa vida perfecta que tú ves desde afuera, no muestra al 100% la vida de cada quien. La madre que tiene su casa impecable, viste como modelo y todos los días sirve comidas de tres tiempos probablemente tiene ayuda o momentos de estrés como cualquiera.
Y no se trata de espantar a las futuras madres, si no compartir experiencias de todo tipo de madres, que puedan prepararlas y hacerles saber que la maternidad no es rosa y que sean un desastre o no, están haciendo un excelente trabajo.
Por eso me da gusto que cada vez haya más y más madres blogueras. Leer cada día más experiencias auténticas y que otras madres las compartan diciendo: ¡me pasó igual, creía que era una pésima madre!, es lo que nos ayuda a sobrellevar el lado oscuro, pesado y difícil de la maternidad.
Eso y recibir al final del día, un beso lleno de amor -y de baba- de nuestros hijos.
Foto: Madre en Shutterstock
Y que muchas veces sean las madres las que critiquen me parece…..
Me encanto tu articulo, es un mito total, asi quisieramos hacerlo perfecto lo hacemos los mejor posible, la labores pueden esperar un poco pero su niñez esa si que no espera, asi que a disfrutar de cada etapa.
Saludos y un abrazo.
D.
Exacto, y pasan tan rápido cada etapa que lo mejor es estar presentes, como bien dices las labores pueden esperar. Gracias por comentar, un abrazo!
Tienes toda la razón, mamá perfecta solo en las revistas. Definitivamente me encanta ser madre, pero vivo cansada! Los niños cambian constantemente que una vez que por fin sabes que es lo que tienen, vuelven a cambiar. Pero es tan bello ver como crecen y se van formando. Ayer observaba a mi hija de 3 años seguir a su papá mientras se alistaba para ir a dormir y no podía creer lo pequeña que aún era pero a la vez ya sabía muchas cosas. No, no soy una madre perfecta y yo estoy feliz con eso. Un beso!
Me encantó el cierre de tu comentario: no soy una madre perfecta y estoy feliz con eso. Así debemos sentirnos todas, un beso!
Cada experiencia en la maternidad es diferente y cometemos un grave error si nos comparamos con otras mamás. Sí podemos compartir experiencias o quizás sentirnos identificadas con algún evento en particular de nuestra maternidad pero más nada. A disfrutar de la singularidad y belleza propia de nuestra maternidad.
Me ha dado mucho gusto conocer tu blog. Un abrazo!!
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