La presión de ser súper madres
Ser mamá es lo más chingón que me ha pasado. Jamás me imaginé ser capaz de sentir tanto amor, cansancio y estrés al mismo tiempo. Es una experiencia que no tiene comparación con ninguna otra. Te pone a prueba todos los días, ayudándote a convertirte en la mejor versión de ti.
Pero también tiene algunas desventajas. Hace tiempo te hablaba del mito de la madre perfecta, esa falsa figura que tiene todo bajo control: su casa impecable, cocina delicioso, sus hijos con tranquilos y obedientes (nunca en su vida han hecho berrinche), tienen el balance perfecto entre casa-trabajo y además, son talla cero. Así es, esa falsa súper madre.
¿Pero saben de dónde viene ese estereotipo cero real, esa presión de ser súper madres? De la sociedad, de las personas que nos rodean e incluso me atrevo a decir, que de nosotras, las propias madres, que hacemos que esa presión siga cayendo sobre nosotras.
Si no sabes de cuál presión hablo, ahí te va un ejemplo muy sencillo: el de las madres que trabajan fuera de casa.
Las mujeres estamos presionadas para volver de inmediato a nuestros empleos con bajas maternales que dan risa, normalizando la cesárea llegando al punto en el que “planeamos” el nacimiento de nuestros hijos alrededor de nuestros otros compromisos, y aparece la presión social por demostrar que podemos con todo: esposo, hijos y trabajo. Sin darnos cuenta, sentimos la necesidad de demostrar que somos la mujer maravilla, esa que todo lo puede y que vuelve a tomar las riendas de su vida de manera casi inmediata después de tener un bebé.
Todavía ni siquiera hemos vivido nuestra primera semana como madres y estamos planeando nuestra vuelta al trabajo, en lugar de disfrutar y descansar esos primeros días concentrándonos únicamente en lo más importante: nosotros y nuestro bebé.
¿Por qué hacemos eso? ¿Por qué cedemos ante esa presión? La sociedad de alguna manera nos ha hecho creer que podemos con todo y que debemos hacerlo. Pero esa idea está alejadisima de la realidad. No podemos con todo. Y está bien aceptarlo.
Cada vez es más común leer historias de madres que llegan al punto del “no puedo” o que experimentan el síndrome del burnout, algo que anteriormente solo se veía en personas con trabajos muy demandantes. La maternidad no tiene que ser así. No necesitamos ser la súper madre para ser una buena mamá.
Está bien sentirse cansada, está bien dejar las cosas para después, está bien tener amor propio y ponerte como prioridad, está bien decir “no” a los compromisos y disfrutar a tus hijos. Está bien sentir que quieres hacer algo distinto con tu vida ahora que eres mamá, está bien cambiar de opinión. Está bien decir “no puedo”. Porque somos humanas, no robots.
No somos menos madres por aceptar que necesitamos ayuda, al contrario, significa que nos queremos y amamos lo suficiente como para saber que también merecemos un descanso y que no tenemos por qué hacerlo todo.
Dejemos de intentar ser súper madres y comencemos a disfrutar la maternidad, de una manera relajada pero responsable. Seamos felices y hagamos cosas porque queremos hacerlas, no por lo que digan los demás. Seamos mamás y punto. Que los súper poderes ya vienen implícitos en nuestro título de madres.
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Foto Madre cansada en Shutterstock