Nótese que soy primeriza: se me bajó la presión en el trabajo y entré en pánico.
El día había transcurrido normal, como tenía bastante trabajo iba y venía de una oficina a otra (claro, sin cambiar de piso por aquello de las escaleras). Después de la hora de comida, donde la bebé karateka y yo devoramos la ensalada más deliciosa del universo volví a mis actividades regulares, pero alrededor de unos 40 minutos antes de la hora de salida, me comencé a sentir muuuuuy mal. Al principio pensé que quizás era un pequeño mareo por estar tanto tiempo con la mirada fija en la computadora, pero después de dos o tres minutos lo único que hacía era empeorar.