Recientemente acabo de cumplir mi primer mes
asistiendo a clases de vinyasa yoga, y aunque parece poco tiempo, los cambios en mí son notorios.
Físicamente me siento muy bien, más flexible, con más fuerza y los días que sé que voy a tener clases me siento con mucha energía, sabiendo que por la tarde llegará mi hora del desestrés diario. Emocionalmente me siento más tranquila, menos ansiosa y con mayor capacidad para mantener la calma en situaciones en las que regularmente podría estar a punto de estallar o soltarme llorando.