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Tiempo para mamá

Día libre para mamá: qué hice y por qué deberías tomar uno tú también

¿Qué es exactamente un “día libre para mamá”? Si tienes hijos, quizás no recuerdes cuándo fue la última vez que pasaste 24 horas completamente sola, ¿cierto?

Desde el momento en el que quedamos embarazadas, se podría decir que nunca jamás volveremos a estar solas más de cierta cantidad de horas o minutos al día. Podemos no estar junto a nuestros hijos cuando trabajamos fuera o cuando ellos van a la escuela. Pero al menos durante sus primeros años de vida, la palabra “soledad” brilla por su ausencia. Es simplemente una de esas cosas que antes no valorabas y terminan convirtiéndose en lujos cuando eres mamá.

Personalmente, siempre he sido una persona que ama la soledad y el silencio. No soy antisocial ni ermitaña, simplemente disfruto mucho de mi propia compañía y no tengo esa necesidad imperiosa de estar con alguien más todo el tiempo para sentirme tranquila o feliz. Me gusta estar absorta en mis pensamientos o hacer cosas sola, a mi propio ritmo y gusto.

Claro, desde que llegó mi hermosa hija Lucía a mi vida, son pocas las horas en las que realmente estoy sola. Cuando se va a la escuela yo vuelvo a casa para trabajar y ordenar algunas cosas en casa, pero para mí eso no es “estar sola”. Porque todo el tiempo estoy haciendo algo. Lo disfruto, desde luego, pero no es la clase de soledad que tienes como cuando eres joven o no tienes hijos y decides quedarte leyendo en cama o viendo la televisión una tarde.

Un día libre para mamá

Con motivo de mi cumpleaños y de la necesidad de despejar mi mente debido a cambios monumentales que estoy haciendo en mi vida, decidí que este año haría una petición especial a mi familia: 24 horas sola. Mi madre y mi hermana sabían que las necesitaba y como lo pedí de regalo por cumplir un año más, aceptaron apoyarme.

Así que me puse de acuerdo con ellas y  el viernes de la semana pasada tuve mi día libre para mamá. Nos organizamos para que yo dejara a Lucía en la escuela por la mañana, mi hermana pasara por ella a la salida, se quedara a dormir en casa de mi madre y yo me uniría el sábado en la mañana para desayunar con ellas.

Comencé a planear mi día, ya te imaginarás que tenía mil y un cosas que quería hacer. Primero me había mentalizado para dedicar ese día a dormir y ver todas esas películas y series pendientes que tengo en Netflix (como si en 24 horas fuera posible), pero me dio mucha curiosidad saber qué harían otras mamás en mi lugar. Así que fui a mi página de Facebook y les pregunté a mis seguidoras qué harían ellas si tuvieran 24 horas solas. Esto me sirvió para mejorar mi plan y emocionarme aún más.

Expectativa

Para mi fabuloso día a solas había planeado cada hora de acuerdo a lo que tenía muchas ganas de hacer y que no había podido por una cosa u otra. Mi itinerario sería el siguiente:

  • Mañana: dejar a Lucía en la escuela, volver a casa y desayunar con calma, terminar unos pendientes de trabajo y hacer un mini maratón en Netflix.
  • Tarde: iría a una función a las 2:50 para ver The Shape of Water y comería algo ahí en el cine para aprovechar el tiempo. A las 5 iría a hacerme la manicura y ponerme gelish en las uñas. Después de ahí volvería al cine para ver The Greatest Showman.
  • Noche: saldría a cenar con una amiga y después volvería a casa para ponerme la pijama y hacer maratón en Netflix hasta que no pudiera más.

Pero como todo, la expectativa fue una y la realidad fue otra. Empezando porque toda esa emoción que había sentido el día previo a mis 24 horas sola, se convirtió en nerviosismo y preocupación. Cuando dejé a Lucía en la escuela se me apachurró el corazón de saber que no la vería hasta el día siguiente y estuve a punto de arrepentirme.

¿Por qué somos así? Deseamos estar solas o tener un tiempo libre para nosotras, y cuando por fin llega, extrañamos como locas a nuestros hijos. En fin, sabía que era algo que deseaba y necesitaba, así que me armé de valor y seguí adelante.

Mi plan de la mañana transcurrió bien, aunque invertido. Desayuné delicioso y con calma, mientras veía los primeros dos capítulos de Grace & Frankie, que debo decir, me encantaron y en cuanto pueda seguiré viéndola. Después me puse a terminar mis pendientes del trabajo y todo excelente.

Pero entonces…

Sin embargo, cuando ya iba de salida para ir al cine y ver la primera película de mi itinerario, recibo una llamada de mi hermana. Su coche había fallado y se habían quedado tiradas ella y Lucía cerca de la escuela. Naturalmente, no podía dejarlas ahí y fui por ellas. Las llevé a casa de mi mamá, me despedí con un gran abrazo de Lucía y nuevamente le dije que la vería al día siguiente.

Derivado de esto ya no pude llegar a tiempo al cine, así que ahora tenía una hora y media para comer y descifrar qué más haría para aprovechar el tiempo. Recordé que una mamá había comentado que ella reservaría una noche de hotel para irse a dormir a gusto, en sábanas frescas, en una cama enorme, levantarse tarde y no tener que limpiar nada al día siguiente. Revisé algunos cupones que tenía y un dinero que tenía guardado y dije: es ahora o nunca. Y reservé un cuarto en uno de los hoteles más bonitos de la ciudad.

Me fui de compras a buscar unas sales para baño, pues moría por sumergirme en una bañera y en casa no tengo, además de una mascarilla para el rostro. Corrí a casa a preparar la maleta, me compré algo para comer en el camino y fui a hacer check-in en el hotel. Fue rarísimo llegar sola y en un hotel en la misma ciudad en la que vives. Sentía que las personas me veían raro aunque desde luego ellos no sabían nada de todo mi plan pues no me conocían, así que solo me reí sola de mí misma.

Después de ahí fui a hacerme la manicura, que mucha falta me hacía y a ponerme gelish para que me duren más tiempo bonitas mis uñas. Fue un momento relajante y divertido, y me encantaron los colores que me sugirió la chica que me lo hizo.

Mientras estaba ahí recibí un mensaje de mi amiga, diciéndome que saldría más temprano del trabajo y que podíamos ir a cenar antes. Le dije que sí pues estaba cerca de donde nos veríamos, y siempre podía ir al cine más tarde. Fui a cenar con ella, platicamos y quedamos de vernos al día siguiente. Saliendo de ahí fui al cine y en el camino compré mi boleto en línea para evitar miradas incómodas de “¿qué onda con esta loca viniendo sola al cine en viernes en la noche?“.

Me encantó The Greatest Showman. Es una película fantástica de principio a fin. Además disfruté tanto ver una algo para adultos y sin interrupciones como no tienes idea. Últimamente me toca verlas en la sala de mi casa después de que Lucía se duerme y yo muero del sueño, así que fue una buena experiencia.

Saliendo del cine me fui al hotel, llené la bañera, le eché las sales y me relajé mientras veía un capítulo de Grey’s Anatomy en el iPad. Después salí, me puse mi pijama, me comí unos chocolates que había comprado, me puse una mascarilla fabulosa en el rostro y terminé mi noche viendo Netflix.

¿Y cómo me sentí después de mi día libre para mamá?

Al día siguiente me desperté super descansada, tranquila y feliz, pero no tienes idea de cómo extrañaba a mi hija. En cuando la vi la abracé y la llené de besos. Fue un día divertido, pero no es algo que haría más de una o dos veces al año. Me sirvió para reponer energías, despejarme y volver a estar conmigo misma.

La verdad recomiendo que otras mamás lo hagan (claro, si así lo desean) y que no se sientan culpables nunca por desear tener esos momentos de soledad y ocio, que a todos nos hacen falta y nos ayudan a desconectarnos del estrés  y el caos del día a día.

Fotos:

Mujer relajada en Shutterstock

Mujer en el cine en Shutterstock

Soy Lucy, diseñadora, editora y mamá millennial. Amo escribir y compartir reflexiones, experiencias y consejos que puedan ayudar a otras mamás. Creo que la maternidad debe tomarse con una taza de café, mucho sentido del humor y un toque de amor propio. Me apasiona hablar de autocuidado, ocio familiar, libros y salud mental

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