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Las vacaciones de mamá
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​Las vacaciones de mamá

Escribo el título de este post con una sonrisa en mi rostro, pero no precisamente porque esté feliz, sino porque me da risa lo idílica que suena esa frase: las vacaciones de mamá.

Cuando uno piensa en vacaciones, quizás lo primero que viene a tu mente es descanso, y si tienes la imaginación un poco más inquieta, incluso te imaginas echada frente al mar, tomando el sol mientras lees un libro o tomando una refrescante bebida.

Pero cuando eres mamá, ese escenario es un verdadero caso de expectativa versus realidad. Las vacaciones de mamá son muy distintas a las vacaciones que solíamos tener antes de convertirnos en madres. Antes, podíamos relajarnos, echarnos a la pereza y dejar que el mundo rodara. Ahora, ni pensarlo. Las “vacaciones de mamá” son todo menos eso, vacaciones.

Y es que el trabajo como mamá es uno que nunca se termina. Es una responsabilidad infinita, que si bien hacemos con mucho amor, nos deja rendidas y con muy poco tiempo para verdaderamente relajarnos. Al menos hasta que nuestros hijos sean mayores.

¿Cómo son las vacaciones de mamá?

Creo que muchas podrán coincidir conmigo en que son como cualquier otro día del año. O incluso, a veces más pesado pues ya no tienes esas horas para trabajar o hacer cosas, ya que ahora que los niños están de vacaciones, además de todo lo que usualmente haces cuando están en clases, debes atenderlos a ellos.

Aclaro que no lo digo como queja, a mí me encanta tener a Lucía en casa y no estar apuradas en las mañanas haciendo desayuno, peinándola y vistiéndole su uniforme.  A veces incluso tenemos mañanas flojas en las que pasamos horas acostadas hasta que nuestros estómagos rugen por alimento.

Pero en general, lo que es tener vacaciones como todos lo imaginamos, es poco probable.  De hecho, creo que en vacaciones es cuando estamos más activas que nunca. Las cosas en casa siguen igual, tenemos que cumplir con las actividades de nuestra rutina diaria y el descanso que tenemos suele ser en la misma cantidad que tenemos cuando los niños van a la escuela.

¡Y qué decir si salimos de la ciudad! Imaginamos nuestro viaje de una manera, con oportunidades para relajarnos y despejar la mente, pero en la vida real, el único momento que tenemos para relajarnos es cuando finalmente nuestros hijos caen rendidos en la noche y descansamos cinco minutos antes de quedarnos dormidas con la boca abierta.

Algún día tendremos vacaciones

Tengo que admitir que al principio esto me frustraba, porque yo soy de esas madres optimistas que se lleva dos libros en la maleta y lo único que hace es pasearlos de una ciudad a otra sin siquiera abrirlos. Al volver a casa pensaba en lo ilusa que era y en que quizás ya nunca más podría disfrutar una lectura tranquila frente al mar o la alberca.

Pero entiendo que mi hija solo será niña una vez y es una etapa que se pasará rápido. Ya tendré tiempo de leerme mil libros, tirarme en la arena frente al mar y quedarme dormida si así quiero o simplemente tener un día completo de relax en casa. Mientras, seguiré disfrutando el caos y atesorando recuerdos.

Foto de stock Madre e hija en la playa de Pavel Ilyukhin/Shutterstock

Soy Lucy, diseñadora, editora y mamá millennial. Amo escribir y compartir reflexiones, experiencias y consejos que puedan ayudar a otras mamás. Creo que la maternidad debe tomarse con una taza de café, mucho sentido del humor y un toque de amor propio. Me apasiona hablar de autocuidado, ocio familiar, libros y salud mental

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