La romantización del autocuidado materno
Hace algunos años, a las primeras mamás que nos atrevimos a hablar del tiempo para nosotras nos crucificaron y juzgaron de egoístas. Ahora, estamos cayendo en la romantización del autocuidado materno. No me sorprende tanto, pues siempre que un término se pone de moda, se corre el riesgo de que termine por desvirtualizarse y perder el sentido o intención que tenía.
Este es el problema con las redes sociales, que aunque disfruto muchísimo porque ayudan a conectar con otras mamás y a tomar decisiones de manera más informada, también tienen ese lado no tan agradable de permitir que cualquiera emita su opinión personal, muchas veces sin pensar en las consecuencias de sus palabras ni en el impacto que tienen en otros.
Por eso, hoy quiero compartir una reflexión, que seguro algunas verán como una crítica (en parte sí lo es), sobre cómo se ha ido perdiendo el verdadero significado de dedicar un tiempo para nosotras y hemos acabado en la romantización del autocuidado materno, pero que también, busca dar un poco de calma a las madres que se sienten frustradas por esa misma romantización.
¿A qué me refiero con la romantización del autocuidado?
Hace unos cuatro o cinco años, comencé a escribir un e-book sobre autocuidado para mamás. Decidí hacerlo porque éramos muy pocas las madres que tocábamos este tema en blogs y redes, y notaba que la culpa por desear ese tiempo para nosotras hacía que muchas mujeres se sintieran culpables. Quería que más madres dejaran de sentirse mal, dándoles herramientas para poder tener ese tiempo para ellas sin remordimientos ni culpas.
El e-book nunca lo terminé por falta de tiempo (la ironía), y recientemente encontré el borrador revisando algunas carpetas de archivos antiguos del blog. Comencé a leer el primer capítulo y observando esas palabras, me di cuenta de cómo ha cambiado este concepto.
Antes, nos daba miedo hablar del autocuidado. Lo tratábamos con pincitas, porque estábamos destruyendo esa imagen de madre abnegada que durante décadas se nos impuso a las mujeres. Avanzamos cuatro o cinco años en el tiempo, y todas las madres en redes (que afirman contar lo que nadie te dice) hablan del autocuidado hasta por los codos. El tema se puso de moda.
¿Qué bueno, no? ¡Finalmente estamos normalizando algo que durante años defendimos unas cuantas! Eso me puso feliz, no lo voy a negar. Sentía que había valido mucho la pena aquellas críticas que recibimos hace años, tachándonos de egoístas y malas madres por querer un respiro de las responsabilidades de la vida materna.
Comenzamos a reconocer el trabajo invisible, a hablar de la carga mental y de los problemas de salud emocional que durante generaciones sufrimos las madres en silencio. Por fin estábamos poniendo la atención en el bienestar mental de las madres.
Pero con el paso del tiempo, y al ser un tema que hacía que muchas madres dijeran “yo también me siento así”, empezó a usarse de forma excesiva. De repente, ya no era suficiente ese respiro. Cosas como leer, meditar o salir a caminar sola comenzaron a ser poca cosa y actividades “aburridas”.
Poco a poco, el autocuidado se fue desvirtualizando y dejó de ser una necesidad, para convertirse en un lujo y algo superficial. Se inundaron las redes con publicaciones de madres que se iban de viaje con amigas y decían que eso era autocuidado. Y no digo que viajar sola esté mal, saben que desde hace años les recomiendo que hagan ese viaje sin hijos y sin culpas.
Pero así como llegaron los viajes, llegaron otras cosas, todas enfocadas en el autocuidado como algo meramente físico y superficial: teñirnos el pelo, ponernos una mascarilla, pintarnos las uñas. Cosas que, en mi opinión, es cuidado personal, que aunque también es una necesidad, está muy lejos del autocuidado que realmente necesitamos las madres.
El autocuidado es más que ese subidón momentáneo por cortarnos el cabello o salir un fin de semana con amigas. Y también, es más realista y crudo que esas publicaciones en redes sociales. Quiero aclarar, que no menosprecio estas cosas, porque considero que sí siguen siendo necesarias. Pero el autocuidado es mucho más que eso. Y no es tan fácil ni tan idílico como lo pintan.
Lo podemos encontrar de formar que no son tan “presumibles” ni requieren mucho dinero, como delegando actividades, priorizando tareas o simplemente, dándonos permiso de tomar una siesta cuando nuestra mente y cuerpo lo piden. Esos pequeños hábitos que nos ayuden a estar mejor a largo plazo.
El autocuidado materno no siempre es bonito o glamoroso
El autocuidado es, como muchas otras cosas de la maternidad, más complicado de lo que parece. Es fácil decir “dedica un tiempo para ti, te lo mereces”, pero no siempre es sencillo tenerlo. Entre todas las responsabilidades que tenemos como mujeres y madres, encontrar esos espacios puede ser muy difícil.
Para lograrlo, debemos poner aún más empeño en organizarnos para poder encontrar ese huequito entre todo lo que tenemos que hacer durante el día. Pero eso no te lo dicen. Solo publican esa foto súper relajadas y felices. Hacen ver el autocuidado como lo más fácil, normal y obvio del mundo. Como si ese viaje sin hijos fuera algo espontáneo y que se puede hacer en cualquier momento.
¿Y ahora qué tenemos? Madres frustradas porque ven a otras madres que tienen (y presumen) ese autocuidado que ellas no logran tener. Porque una vez más, las redes nos ponen expectativas irreales.
No olvidemos también, que además de hacerlo ver como algo sencillo, se ha desvirtualizado el concepto del autocuidado, que ahora lo pintan como si un baño de burbujas con música relajante (poco probable en una casa con niños pequeños) fuera la solución mágica a todos los problemas. “Miren, qué relajada me siento“.
Pero el autocuidado para mamás es algo mucho más profundo y menos superficial que todo eso. El autocuidado materno es una pausa consciente, en la que no solo desconectamos de la rutina maternal, sino buscamos hacer aquellas cosas que nos nutran emocionalmente y nos ayuden a sentirnos mejor por dentro y por fuera.
Es ver hacia nuestro interior para conectar con nosotras mismas y ver qué necesitamos y cómo podemos atenderlo para estar bien. Es aprender a delegar para poder tener ese merecido descanso. Es priorizar actividades para que sea posible tener esos momentos para hacer algo para nosotras. Es ayudarnos a ser mejores humanas, y en consecuencia, ser mejores madres.
Repito nuevamente, que no tienen nada de malo esas acciones superficiales y enfocadas a nuestro físico, pues también nos pueden ayudar a sentirnos mejor. Pero dejemos de repetir que eso es autocuidado y no nos olvidemos de atender también nuestra salud mental.
Entonces, ¿qué se considera realmente autocuidado? No hay una respuesta específica, ni tampoco hay reglas establecidas sobre esto. La realidad es que el autocuidado es diferente para cada mamá y cada una es libre de elegir cómo usar ese tiempo para ellas. No es mi intención hacer menos a las que eligen esas actividades enfocadas en el bienestar físico o superficial, pero esto es algo que he querido compartir desde hace tiempo porque han sido varias las madres que me escriben frustradas y confundidas, al ver ese “autocuidado” que ellas no pueden tener o que sienten que no es suficiente ni les funciona.
Así que dejo este mensaje final para la mamá que se siente mal al ver esas publicaciones: no caigas en la trampa de la romantización del autocuidado materno. Muchas veces no es fácil tenerlo y no debes sentirte mal si el tuyo es diferente o parece poca cosa al ver lo que hacen otras… ¡no permitas que ese tiempo para ti se convierta en una carga! Recuerda lo que siempre les digo: no ter compares con otras mamás en redes sociales. Y haz lo que sea mejor para ti.